Por: Dr. Econ. Carlos A. Dávila Rojas *
La crisis financiera que padece EEUU, que ya se hizo mundial, por la fuerte interdependencia de los mercados bursátiles y el rápido contagio; es el actual fenómeno que explica la desaceleración actual del ciclo económico mundial. Intentaremos explicar su origen, el proceso, las consecuencias y las soluciones que, para estos casos, tienen la Economía y los Estados. Asociado a las fases de expansión de los ciclos económicos no solo crecen los negocios presentes; sino que, se abren nuevas oportunidades de inversión. Muchas veces, son los gobiernos quienes lo fomentan con distorsiones y/o relajando la institucionalidad regulatoria respectiva; y, serán los agentes financieros y bursátiles los que posibiliten el financiamiento; capturando todos los beneficios que puedan. En el caso de EEUU, por la información publicada, la gestación de la actual crisis habría empezado hace más de 10 años; con el gobierno de W. J. Clinton; cuya administración, junto a varias entidades financieras, habrían presionado a muchas entidades de crédito hipotecario; para que, relajando la regulación, aumenten sus colocaciones hipotecarias entre los grupos de menores ingresos con historial de crédito y ahorros que no los calificaba como usuarios (estos son los llamados créditos basura , denominados “créditos subprime borrowers” en EEUU). En economía, sabemos que los créditos riesgosos deben pagar tasas de interés superiores a las convencionales. En este contexto, millones de hogares accedieron a la casa propia, con requerimientos menores de depósito inicial. Al empezar este “boom de créditos”; las empresas constructoras empezaron a colocar Acciones en la Bolsa; ofreciendo alta rentabilidad; y obtener el capital necesario para construir y vender las viviendas; dado el financiamiento hipotecario asegurado. Seguidamente, los prestamistas hipotecarios convirtieron los contratos hipotecarios de crédito en papeles que se vendieron en las Bolsas de Valores; con la promesa de alta rentabilidad; dado que, tales contratos, fueron calificadas como de alta confianza (triple A). Las empresas aseguradoras, por su parte, empezaron a vender pólizas de seguro a los créditos hipotecarios colocados. O sea, toda la industria de la construcción, hipotecaria, financiera y de seguros estaba involucrada en este riesgoso fenómeno; sin que sea visible la preocupación de las dispersas autoridades reguladores del sistema financiero norteamericano. Aunque los riesgos, de este proceso, no son tales; mientras haya crecimiento económico; es allí donde se inician las burbujas financieras; marcadas por los altos precios que logran los bienes raíces. Al subir los precios de las viviendas, los compradores con crédito hipotecario, debían pagar precios e intereses cada vez más altos; incrementando el monto de sus contratos de crédito y sus cuotas mensuales. Este proceso se habría producido de manera creciente; multiplicando -por 2 y hasta 3 veces- el valor de las viviendas y los créditos respectivos. Como consecuencia lógica, subieron también las cuotas de pago mensuales que, para muchísimos prestamistas, se hicieron inalcanzables; iniciándose una alta morosidad en el sistema, lo cual; será luego, el pinchazo a la “burbuja financiera” que ya existía; dando inicio a la actual crisis y desconfianza del sistema financiero norteamericano; sin que las autoridades reguladoras del sistema hayan dado la alarma respectiva. Al subir los precios de las viviendas y las tasas de interés de los créditos hipotecarios, empezó a decaer las compras hipotecarias a tasas de interés, cada vez más altas. Al hacerse costosas las cuotas de pago; muchísimos prestatarios no pudieron pagar sus crecientes cuotas mensuales; sus viviendas empezaron a ser embargadas, sin que las empresas aseguradoras puedan cubrirlos a todos y quebraban. El valor de los papeles vendidos en la bolsa de valores, por las empresas constructoras, empezaron a caer. Los inversionistas institucionales, tanto norteamericanos como de otros países ricos (bancos, hipotecarias, cajas de ahorro, fondos y aseguradoras), de pronto vieron que sus activos y papeles no valían nada. Al cesar las colocaciones y pagos de las viviendas; disminuyen o desparecen las rentabilidades prometidas en todo ese sistema; y, al intentar deshacerse de sus activos y papeles, esos valores siguieron a la baja; por aumento de oferta. Una crisis del sector financiero, al generar millonarias perdidas; hace perder liquidez, confianza y operatividad al sistema. El paso siguiente es el contagio de la crisis al sector real de la economía; desacelerando el crecimiento del PBI, generando desempleo y anunciando una recesión o depresión. En tanto, hay amenaza -o empiezan- las quiebras de bancos, hipotecarias, aseguradoras, etc.; las Reservas Federales o Bancos Centrales inyectan capital intentando acudir al sistema. Sin embargo; si no logran controlarlo, se hace necesario la intervención directa de los Poderes Ejecutivos que solicitan a sus Congresos autorizar fondos de estabilización o rescate. Es aquí, donde empieza el debate sobre la “intervención del Estado en la Economía” y la “viabilidad de las Economías de Mercado”. Lo normal en las crisis financieras es observar lo siguiente: aquellas instituciones ineficientes y poco transparentes quiebran afectando a sus propietarios. Se incentivan fusiones entre similares financieros, para evitar que unas quiebren. También se pueden salvar a algunas, a través de inyecciones privadas de capital nuevo -vía adquisiciones o aportes de capital-; con aval del Estado, si es necesario. Cuando se tratan de entidades financieras cuya quiebra afectaría gravemente a todo el sistema financiero y a millones de ahorristas y aportantes; es muy lógico, que el Estado asuma el control directo de las mismas. El Estado, en el sector monetario, bancario y financiero no solo es un regulador, sino uno de los principales agentes en el sistema; especialmente en épocas de crisis. El control de la masa monetaria; el monto y captación de los tributos; el flujo del gasto publico; las operaciones de mercado abierto de bonos o equivalentes; los encajes bancarios y otras políticas fiscales y monetarias que influencian en el ciclo económico, el crédito y las tasas de interés; hacen del Estado el mayor protagonista en el sistema. El comportamiento no paretiano de muchos agentes financieros (especulación, moral hazard, etc.), asociado a malas regulaciones y los fallos de mercado presentes en ese sector (riesgos, incertidumbre, asimetrías, etc.); no solo obliga al Estado a desarrollar labores de regulación y construcción de una institucionalidad que permita el sano funcionamiento de esos mercados; sino que, por ser el mayor protagonista, está obligado a actuar directamente en condiciones de mercado y/o como estabilizador. Estas funciones, están previstas el la Constitución y legislación de los países con Economías de Mercado. Cuando el Estado toma el control directo de algunos bancos o hipotecarias, asociado a crisis financieras; no es un equivalente a “nacionalización” o revalorización de la “empresa publica” que tanto critica la ciencia económica. Tampoco es una victoria teórica ni programática de los intervencionistas, que en este tipo de crisis anuncian el “fin del capitalismo” o “neoliberalismo”, saliendo de sus tumbas. La intervención pública es para estabilizar y sanear el sistema financiero, restablecer la confianza, proteger a los ahorristas y aportantes y evitar -que la tal crisis- genere desempleo y recesión en el sector real. Luego de conseguido estos objetivos, vuelven a funcionar los mecanismos de mercado y las instituciones financieras, asumidas por el Estado, deben volver al sector privado. Si, en medio de una crisis financiera, los propios agentes de esos mercados podrían resolver y estabilizarlo; no sería necesario la intervención del Estado. En tanto es imposible que ello ocurra, dado que las crisis financieras configuran dilemas del prisionero, corresponde al Estado resolverlo; a través de servicios de coordinación y cumpliendo su función fiscal estabilizadora. Finalmente, es necesario recordar que la Economía reconoce como normal el desempeño cíclico de la actividad económica. Sin embargo, tales fluctuaciones cíclicas, solo deberían estar determinados por acontecimientos inesperados (shocks, de índoles diversas) y que deben ser estabilizados con políticas públicas. Lo que no es aceptable; es que las crisis y ciclos económicos -especialmente recesivos-; sean por intervencionismos distorsionadores, ausencia y/o negligencia de las funciones reguladoras del Estado. Si la gran depresión que originó la crisis financiera del año 1929 en EEUU, al igual que la crisis asiática del año 1997, fue básicamente por la inexistencia de institucionalidad reguladora del sector financiero; la actual crisis financiera de EEUU , que se propaga mundialmente, sería por relajación de las regulaciones hechas desde el Gobierno y por negligencias, de sus dispersas autoridades reguladoras.
Publicado en EL DIARIO DEL CUSCO el 04 de Octubre del 2008