La crisis financiera actual, iniciada en los EEUU, es la primera que tendría mayor alcance global. En correspondencia, las políticas anticíclicas, también deben ser globales. Eso es lo que parecen buscar el Presidente Norteamericano G. Bush y el Fondo Monetario Internacional (FMI). En tales perspectivas; ya se reunieron, en Washington, los países ricos y emergentes (G-20); y, aunque no elaboraron un Plan Conjunto, acordaron: continuar con políticas fiscales activas para contrarrestar los severos efectos de la crisis financiera en la economía real del mundo; reforzar sus órganos de regulación y supervisión financiera; reformar el sistema financiero internacional (FMI, BM, etc.); evitar el proteccionismo y continuar con los procesos de integración comercial. La acción colectiva, anticrisis, obligó a EEUU y los países ricos, a reconocer a otros países emergentes (como China, India, Brasil, etc.) cuya presencia y participación en las políticas simultaneas, anti crisis, serán cruciales. La decisión de muchos gobiernos de destinar recursos públicos para el proceso de rescate de instituciones financieras; la asunción, por parte del Estado, de algunas de ellas por insolvencia; y, la decisión de expandir el gasto público, para contrarrestar la recesión; constituyen actualmente, formas de respuesta generalizada a la crisis financiera y recesión global. Igualmente, el FMI, BM, BID y otros organismos multilaterales; han decidido poner, a disposición de muchos países, líneas de crédito disponible; para financiar políticas activas de gasto e inversión anticrisis. Luego de la Cumbre del G-20, la forma concreta de implementar sus acuerdos, para enfrentar la crisis actual, podrían estructurarse por continentes. Los gobernantes de América Latina podrían acordar los puntos concretos que ello signifique; y, luego, cada país procedería a diseñar sus propias políticas, en los marcos de los acuerdos globales y continentales. Es bueno recordar, sin embargo, que toda política activa anti crisis no es para anular un ciclo recesivo, sino para suavizar sus efectos y acortar su duración. En el caso de nuestro país, aun no es observable un Plan anti crisis bien estructurado. Ni siquiera, existe un reconocimiento pleno, de parte de las autoridades, sobre el real impacto de la crisis financiera en nuestro país. Inclusive, el propio Presidente Alan García, de manera reiterada, ha declarado que la crisis no nos afectará demasiado. No se puede negar que los principales países, a los que exportamos, están entrando a una recesión (EEUU, Europa, Japón, etc.); que los precios de los commodities (cobre, zinc, etc.) están a la baja y que; la disminución de la liquidez, en muchos países, está volviendo escasos los recursos para la inversión, elevando las tasas de interés. Para el caso del Perú, el diseño concreto de las políticas públicas anticrisis, debe partir por caracterizar adecuadamente el tipo de shock que significa la crisis financiera global. Es indudable que la crisis es externa, negativa y permanente. El carácter externo, esta dado por el origen de la crisis financiera en países extranjeros. Lo negativo, esta marcado porque las consecuencias para nuestra economía, son: la reducción de exportaciones; escasez de financiamiento; alza de las tasas de interés; disminución del turismo y las remesas (por desempleo de nuestros compatriotas). Por consiguiente, se deteriorará nuestras cuentas externas y se reducirán nuestras divisas; lo que explica la presión, al alza, del tipo de cambio del dólar. Un aspecto a tener muy presente, en el escenario de la crisis financiera, es no sólo la salud de nuestro sistema bancario y financiero; sino que, al hacerse escaso la liquidez internacional, nuestros escasos recursos financieros pueden ser atraídos al exterior, debido a que ofrecen mejor rentabilidad e intereses. Esta amenaza puede generar un fuerte problema de liquidez, crédito y mayor alza en las tasas de interés en nuestra economía. De ocurrir ello, se puede profundizar la recesión; afectando el desempeño de nuestras empresas (especialmente mypes); cuyas deudas se harían más costosas y/o por la imposibilidad de conseguir créditos para continuar operando o para financiar nuevas inversiones. En cuanto al carácter permanente, del shock, ello está determinado porque una crisis financiera y, especialmente, su impacto en la economía real, no son coyunturales; sino que, durarán algunos años. Recordemos, que los expertos, vienen señalando que la economía de los EEUU podría recuperarse recién el último trimestre del año 2010 o el primer semestre del 2011. Asociado a la adecuada caracterización del shock económico que nos afecta, es bueno, también, diagnosticar adecuadamente el desempeño actual y perspectivas de nuestra economía y hacer un balance de sus fortalezas y oportunidades. Creceremos, tal vez, un 9% el presente año y 5% el año 2009. Tenemos abiertos varios mercados para nuestras exportaciones (especialmente, EEUU), las que serán mayores, cuando se firmen los TLC con China, Canadá, Europa, etc. Continuamos manteniendo la estabilidad y confianza para atraer inversiones extranjeras en varios sectores (minería, infraestructura, etc.) Igualmente, tenemos un ahorro en el Fondo de Estabilización Fiscal y Reservas Internacionales, en el BCR, que alcanzan para apoyar el gasto público y cubrir hasta 2 años de necesidades de importación. La teoría económica, señala que, si un shock es permanente hay que ajustarse y vivir la nueva realidad; por lo que debemos esperar que cambien los precios y equilibrios básicos. O sea, mayor desempleo, alza en el tipo de cambio y elevación de las tasas de interés. En cuanto a inflación, ya es de por si alto. Por lo tanto, el dólar deberá flotar y el BCR debe intervenir menos (o ¿evalúan que el shock es temporal?). Sin embargo, también es necesario diseñar e implementar políticas contra cíclicas y de reactivación económica. Del shock de precios externo hemos pasado a una recesión internacional; por lo que debemos cambiar desde políticas anti inflación externa (intervenir en crédito, liquidez, reducción de gasto público y alza tasas de interés) a una responsable política fiscal activa, que sea atenuante del ajuste externo recesivo. No es correcto, por lo tanto, restringir los recursos de inversión de los Gobiernos Regionales; aunque hay que modularlos y exigir mayor calidad en las mismas. Se debe tener, especial cuidado, con los limitados recursos de inversión del sistema financiero y la disponibilidad de crédito. Es necesario, también, aprovechar las oportunidades que dan los procesos de crisis para regular mejor, transformar las estructuras oligopólicas de los mercados y para avanzar en las reformas del Estado y sus servicios públicos. Finalmente, en tanto los sectores pobres son los más golpeados por la crisis, se espera un fuerte compromiso del Estado, manteniendo y mejorando el gasto, en los Programas Sociales.
(*) Docente UNSAAC. http://davilarojas.blogspot.com/