jueves, 12 de noviembre de 2009

¿QUÉ REFORMAS NECESITA NUESTRA INSTITUCIONALIDAD POLÍTICA?

Por: Dr. Carlos A. Dávila Rojas*

Al constituirse una República y acordar su Contrato Social; vía una Constitución Política, se definen las condiciones en que se adquieren los deberes y derechos ciudadanos. Al optar por el sistema democrático, como mecanismo para definir quien(es) gobiernan y gestionan el Estado, lo mas lógico es que todos sus ciudadanos participen –libre, secreta y obligatoriamente- con su voto; como única forma legal y legítima que sustente su democracia y los gobiernos que surgen de ella. De manera natural, los pueblos y los estados no son democráticos; la democracia es la forma menos mala para definir la gestión del Estado; es una gran conquista histórica y cultural; es superior a la mejor de las dictaduras, pero no es un juego político abierto. Para que funcione la democracia, es vital la existencia de una clase o sociedad política con convicciones y vida orgánica democráticas; son los partidos políticos los principales agentes y responsables para el adecuado funcionamiento del sistema democrático.

En nuestro país (Perú), es preocupante el desencanto de la población por la forma ineficaz, corrupta y antidemocrática del desempeño de los representantes y autoridades elegidas para gestionar los poderes públicos en los distintos niveles de gobierno (central, regional y local); por lo que estamos en pleno debate sobre la necesidad de fortalecer nuestro sistema democrático y mejorar la gobernabilidad.

Se cree que mejorando el actual diseño de nuestra institucionalidad política se puede resolver este problema; o sea, introduciendo el voto facultativo en vez de obligatorio; la renovación por tercios o mitades del Congreso a mitad de periodo presidencial; la introducción de dos Cámaras Legislativas (Senadores y Diputados); estableciendo mayores requisitos a las postulaciones y eliminando el voto preferencial. La aprobación de estas propuestas requeriría de modificaciones Constitucionales; siendo el Congreso actual o solicitudes de referéndum, las vías para lograrlos.
Aunque muchos creen que se debe mejorar la oferta de candidatos y la calidad de los electores; es la falta de control de calidad de los candidatos –en las agrupaciones políticas- lo determinante; por lo que es el ámbito de los partidos políticos y su institucionalidad (leyes, cultura, valores, etc.) lo que debe intervenirse. Sin duda, es la debilidad de nuestro sistema de partidos políticos el contexto principal.

Si el problema está en la baja calidad personal, programática, ética y democrática de muchos candidatos y sus desempeños, cuando son elegidos (fenómeno éste que es conocido o denominado como otoronguismo, en el caso de los Congresistas); la intervención eficaz estaría en modificar los criterios en el origen, vida política, definición de candidatos y responsabilidades de las agrupaciones políticas. Aunque la actual Ley Nº 28094 Ley de Partidos Políticos, intenta regular con criterios democráticos el funcionamiento de los mismos; su normatividad sobre la creación y funcionamiento de las agrupaciones políticas y el mecanismo para definir a sus candidatos es funcional a la oferta de candidatos y elegidos cuya conducta y desempeño es lo que, actualmente, se critica y repudia. Según la norma mencionada, una agrupación política se puede crear e inscribir a pocos meses de las elecciones y; luego, pueden decidir desaparecer, simplemente. Dentro de los mecanismos de elección de sus candidatos; la más utilizada es la que depende de los órganos partidarios definidos en su Estatuto (art. 24º, inciso c). Son estas reglas de juego las que generan y legitiman la problemática actual de abundancia de agrupaciones políticas estacionales, inscritos a pocos meses de las elecciones, con inexistente vida orgánica, marginales en el ámbito programático; con reclutamiento mercantil (de firmas, militantes, dirigentes y candidatos) y la desaparición, de los mismos, luego de las elecciones o sus fugaces e ineficaces experiencias de gobierno. Es en este contexto donde surgen candidatos “out siders” que hace impredecible e incierto el desempeño de nuestro sistema político y económico. En este mismo escenario, se esta haciendo tradicional la existencia de grupos ciudadanos y profesionales migrantes, expertos en invertir y acomodarse en las agrupaciones electoralmente favoritas. La formación de Cuadros de Gobierno es casi inexistente, por lo que el reclutamiento de funcionarios es en condiciones rentistas, mercantiles y de alta rotación; muy propicios a la corrupción y naturalmente asociados a desastrosas gestiones.

Introducir modificaciones a la Ley de Partidos Políticos para ampliar la existencia previa y posterior a las elecciones en que participan; obligarlos a una visible labor partidaria permanente; privilegiar los mecanismos democráticos y criterios técnicos, éticos y programáticos en la elección de sus candidatos y reducir el manejo cupular de designación de candidatos invitados; entre otros, podrían mejorar nuestro sistema de partidos, la consiguiente oferta de candidatos y el desempeño de los elegidos.

Nadie duda que, el conjunto de propuestas de reformas a nuestro sistema político, es visible y eficaz para el funcionamiento y fortalecimiento de democracias ejemplares en muchos países; pero, no debemos perder de vista que, en tales países, actúan y existen permanentemente agrupaciones políticas democráticas; que cumplen sus roles de intermediación entre el Estado y Sociedad civil garantizando la gobernabilidad y están haciendo del sistema democrático una tradición y resultado cultural en sus pueblos.

El voto voluntario es coherente allí donde la ciudadanía tiene cultura democrática; allí donde observan que los cambios de gobierno no le cambiaran sus sueños ni decisiones a largo plazo; allí donde los partidos ganadores son promesas creíbles de mayor gobernabilidad, mejores servicios públicos y respeto a la libertad económica y política. La eliminación del voto preferencial y las dos Cámaras de Representantes son útiles a la democracia, la gobernabilidad y el progreso; allí donde los partidos políticos presentan un orden de candidatos -elegidos democráticamente- con altas cualidades de representación y debate político para Diputados y con alta preparación política, técnica y programática para el Senado. La renovación por tercios o mitades, de la representación Congresal, a mitad de mandato presidencial es más visible y eficaz en regímenes parlamentarios y en aquellas sociedades con un alto consenso en el sistema político y económico y es reconocido como mecanismo útil para sincerar la representación política y asegurar la gobernabilidad; en ese contexto.

Si no procedemos a mejorar el sistema de partidos y de oferta de candidatos actual; es difícil imaginar que los “otorongos” mejoren su desempeño político y de gobierno en los moldes del voto voluntario, dos cámaras, sin voto preferencial y renovación congresal a mitad de periodo presidencial.

Aunque los otorongos son felinos de vida solitaria en extinción en sus hábitats naturales y se hace necesario protegerlos, por su utilidad para el mantenimiento de la integridad del ecosistema de la selva; en nuestra fauna política, los otorongos son gregarios y se hace necesario extinguirlos. Estos políticos animales, se crean y crían en las actuales condiciones y reglas de juego de nuestros partidos políticos, y están depredando nuestra actual institucionalidad democrática. Es difícil imaginar que eso se acabe o resuelve dándoles solo un nuevo hábitat institucional. Necesitamos intervenir en el sistema de partidos para asegurarnos que creen i críen verdaderos animales políticos, culturalmente identificados y especializados en gestionar y conservador el sistema democrático; luego de ello, podrían ser realmente eficaces las reformas de nuestro diseño institucional.

¿Estamos atrapados? Lo normal sería que las modificaciones propuestas, para mejorar la oferta de candidatos que hacen los partidos políticos, las realice el actual Congreso; pero, allí están los beneficiarios de las actuales reglas de juego que deseamos cambiar. Es difícil esperar que la mayoritaria presencia de otorongos en nuestro actual Congreso modifique las reglas de juego para impedir que vuelvan o vengan otros de su misma condición. ¿No queda otra que apostar al referéndum?

(*) Docente UNSAAC.
http://davilarojas.blogspot.com